Corresponde en nuestro campo del arte de curar a aquella casual experiencia que hice con mi hermana. Tratando de ayudarla en una fuerte migraña le inyecté equivocadamente Atophanyl por vía endovenosa, ya que este medicamento contiene Novocaína, estipula su aplicación intramuscular. En aquella época hice la extraña observación de que esta fuerte y persistente migraña desapareció delante de mis ojos y después de repetir la misma inyección a la mañana siguiente no volvió. Hubiese podido echarme a perder la observación como lo hacen los odontólogos abriéndole campo a la acción de la sugestión. Pero a mi no me cabía en la cabeza la idea de haber desarrollado fuerzas sugestivas tan poderosas frente a mi hermanita mayor(Kathy) quien no sólo había sido maestra de escuela, o sea dura de pelar, sino que había permanecido inmutable ante el intento que algunas capacidades médicas ya habían hecho por curarla. Claro que hasta cierto punto se necesitaba nacer revolucionario.- De mi padre heredé su insobornable amor por la verdad y la independencia en el pensar, y de mi madre profundamente creyente el olfato para lo inexplicable. En alianza con mi hermano Walter, quien hoy ejerce la medicina en Stuttgart Bad Cannstatt, corroboramos la equivocación con la Novocaína. También pudimos aclarar que no era solo el Atophanyl el que producía semejantes fenómenos, sino que el principio curativo se daba con la Novocaína.
Quien se halle aprisionado en la mecánica mental de una metodología exacta, creerá que con el suministro intravenoso de la correspondiente cantidad de Novocaína o Impletol (que como sustancia más activa empleamos desde 1.926) se puede curar cualquier migraña. La realidad le enseñará muy pronto que no es así. El experimento en mi hermana no enseña otra cosa que «en esa migraña de mi hermana» condujo a curación. Ya que este experimento en el sentido de la ciencia exacta no se puede generalizar, habrá que colegir que tanto la migraña como el ser humano no corresponden a las condiciones exactas de la ciencia que hace los experimentos físicos. Es deber del médico someterse a la realidad viviente y penetrar sensorialmente en sus leyes especiales. No es posible exigirle a lo viviente que se subordine a nuestro antojo estadístico. La palabra arte de curar significa que aquí las leyes de la estadística nada valen; ni siquiera las de la probabilidad de la física quántica. En todo el maremagno de leyes físicas falta el término de lo viviente como algo esencialmente inherente.
De seguro que nosotros no hubiéramos pasado de nuestra primera observación con la hermana, si no la hubiésemos tenido día y noche cual constante interrogante delante de nuestros ojos. Una vez reconocida la Novocaína como el principio activo, fue natural que nos imagináramos que la causa de este extraño fenómeno curativo radicaba en la prohibida aplicación intravenosa del medicamento. Al principio no nos podíamos explicar cómo es que en decenios de uso de cirugía, no había sido observado ni un sólo fenómeno curativo.- Por lo que se ve que en lo que a esto respecta los cirujanos no son más felices que los dentistas.