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¿Cómo descubriste el Campo de Interferencia?

domingo, Mar 14
Prof. Dr. Méd Fernando Pinto Floril

Ferdinand: Un buen día, en el año de 1.940, me dio una manito una observación ocasional. La hermana de un ingeniero de Bochum, a quien pude curarle su pérdida de gusto y de olfato, sufría de una artritis dolorosísima de la cápsula articular del hombro izquierdo. Por más de medio año había sido sometida en una excelente clínica de Breslau a toda clase de tratamientos especiales y generales. etc., Inyecciones, dieta, masaje, diatermia, irradiaciones, etc., nada le sirvió. También se había pensado en un foco y se extirparon las amígdalas y se extrajeron dientes sin éxito alguno. Pero ya que los fuertes dolores por lo poco comunes no permitían una resignación, se empieza acariciar la idea de amputarle la pierna derecha en cuyo peroné hacía treinta años se le había efectuado por osteomielitis una intervención quirúrgica. Después de la operación hubo mejoría por muchos años. Pero en los últimos cinco años apareció cada año por un corto tiempo una irritación en el terreno de aquélla operación. Por lo general bastaban unos días de cuidado con la pierna alzada y paños húmedos para detener el proceso inflamatorio. El fracaso de toda terapia para gobernar el terrible dolor del hombro fue lo que en Breslau les hizo pensar que en este peroné operado se hallaba posiblemente el foco esparcidor desde el cual se alimentaba la enfermedad del hombro.

 

Le inyecté pues el Impletol en la vena, en la articulación periostal y alrededor de la misma, en el ganglio estrellado y en el nicho de las amígdalas, sin que apareciese el más leve cambio en los dolores. Por esta razón me negué a seguir con el tratamiento. Respecto a las posibilidades curativas de una amputación, me declaré incompetente para dictaminar. Felizmente no se llegó a eso.

 

Pasados quince días apareció la paciente otra vez en mi consulta, me mostró su pierna en estado ligeramente inflamado, y me preguntó si yo podía por lo menos ponerle orden a esa situación. Este ya era otro cantar. Se trataba de curar segmentalmente la profunda inflamación de la tibia o peroné. Con este propósito hice cinco o seis pápulas en la vieja cicatriz de la operación. Cuando la paciente se incorporó estaba el hombro del lado opuesto totalmente libre de dolores y pleno de movimiento. Esta era una observación tan extraña, tan salida del marco de toda posibilidad del pensar reinante, que muy bien se puede entender si ante «esto» incluso investigadores de amplio criterio se auto-engañaban ellos mismo con la frase «sugestión»; pero si es así, por qué no actuó en forma sugestiva la inyección en el ganglio estrellado, la que, a fuera de ser más impresionante, se le hizo a la paciente en un momento en que estaba llena de esperanza en que yo le podía ayudar, así como le ayudé a su hermano? Muy por el contrario, ya le había explicado claramente que después de los fracasos obtenidos con la terapia hecha en y sobre el segmento no tenía para que regresar pues no era yo quien le podría ayudar. Tanto la enferma como yo mismo esperábamos de este nuevo intento una erradicación de la inflamación crónica y recidivante de la fíbula operada

 

Queda en todo caso muy claro el hecho de que no podía hacerme de la vista gorda ante la inmediata y total eliminación de los intensos dolores de la articulación del hombro.

La acción lejana observada no podría ser explicada como efecto segmental.- ¡Imposible! Como efecto segmental obtuvimos que la inflamación fibular (con dolor tipo alfiler), no apareció más en los años siguientes. Mi amigo, el dentista Herbert FISCHER, de Karlsruhe, llamó esta observación «la hora estelar de la medicina» y yo creo que  con esta frase, tenía razón. En aquélla época estaba ante algo increíble pero el hecho mismo no podía ser negado. Cité a la paciente, del hombro seguía libre y sin dolores. Este fue mi primer «fenómeno en segundos». La observación me revolcó en lo más profundo e interno de mi ser. Aún recuerdo que trepado en una bicicleta pedaleé hacia regiones montañosas con el ánimo de que el esfuerzo físico le devolviese la calma a mi alma. Lo vivido rondaba constantemente en mi cerebro. En una pedaleada semejante se me vino la idea de que aquí se lograba por primera vez establecer la relación por comprobación conservativa que existe entre el foco y las enfermedades que de él se derivan. Para mi estaba claro que yo me hallaba ante un reconocimiento fundamental y que en forma análoga sería posible corroborar y comprobar tales correlaciones en cada foco.

Algo más nos enseñó el primer fenómeno en segundos. Sólo el primer tratamiento condujo a la curación permanente de la articulación del hombro. Este resultado del primer experimento no es de ninguna manera regla fija! De muchos miles de fenómenos en segundos respecto del factor tiempo, hemos sacado en deducción la siguiente experiencia: nosotros exigimos una liberación total de síntomas (del 100%) de por lo menos veinte horas y aún en este caso solo obtiene validez el fenómeno en segundos cuando su repetición también cumple con este mínimo de tiempo. La única excepción la constituye el campo interferente dental en el que ocho horas bastan para aceptar que sí se trata de un genuino fenómeno en segundos.

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